El viaje comienza como todos los viajes, lleno de nervios y emoción a partes iguales, con mucha pena por la ausencia de Marcos, que era uno de los motivos principales por el que emprendía dicha aventura… ¡realizar un buen viaje juntos! Esta vez las circunstancias han impedido que venga, pero pronto habrá otros viajes.
Nada más llegamos a Keflavik, pasamos por el dutty free, en el que nos surtimos bien de cervezas. Ya nos lo había aconsejado mi amigo César, pero en los blog de preparación del viaje también ponía que era un clásico surtirse de cervezas allí, ya que era el lugar más barato en las que las íbamos a poder comprar en Islandia. Creo que pocas pillamos, tendríamos que haber comprado alguna más, pero nos sirvieron para tomar una cerveza de vez en cuando en momentos decisivos.
Así que nada más salir, y para empezar bien el viaje, decidimos tomarnos una en el mismo aeropuerto, antes de echarnos a dormir un rato y esperar a que nos fueran a buscar para pillar el coche de alquiler.
Tras unas horas de sueño, salimos a la puerta a esperar al tipo que nos tenía que ir a buscar para recoger el coche. Sin que aparezca nadie, pronto Somo encuentra al “hombre inquieto”, un chico que que por lo que oímos ha alquilado el coche en la misma empresa que nosotros y que llama desesperadamente para saber quién y cuándo les va a ir a recoger. Así que ya nos relajamos y decidimos vigilar al hombre inquieto para saber cuando llegaba nuestro vehículo. Hay que decir, que nuestra estrategia no funcionó del todo, ya que el hombre inquieto, a parte inquieto, era poco resolutivo. Así que una de las llegó un tipo de empresas de coches de alquiler se acercó Somo y le preguntó ya nos informó de que nuestra empresa era una intermediaria y que la empresa de alquiler era otra y que él era el encargo de llevarnos, así que partimos en una furgo hacía el lugar del coche.
Una vez tenemos nuestro coche, y hacer un nefasto cálculo de los kilómetros que íbamos a efectuar, ya que si nos pasamos teníamos que pagar un plus. La carretera circular N1 tiene 1200km, haciendo un cálculo somero le digo a Somo que no pasaremos de otros 1000 km (lo que nos supondría un plus de 350€) por 480€ tendríamos kilómetros ilimitados. Al final del viaje llegamos a los 1700 km más es decir un total de 2700 km.
Así que mientras me corean la canción de Simpson, emprendemos rumbo al Círculo de Oro: nuestra primera parada es en el Parque Nacional Thingvellir, géiseres de Geysir, y la cascada Gullfoss.
Parque Nacional Thingvellir, este lugar tiene importancia por varias cosas:
1º Allí se unen las placas tectónicas América y Eurasia, por lo que nos encontramos un muro natural altísimo en el sí estás encima del muro estarías geológicamente en el continente americano y si estás abajo en Europa.
2º Allí se fundó el primer parlamento europeo, en el año 930. También allí, unos años después Islandia se hizo católica. Allí está la Iglesia más antigua de la isla.
3º Hay una bonita cascada, que ni es la más alta, ni la más espectacular, pero el entorno, la cercanía de Reikiavik, etc… hace que haya hordas de turistas que hace que sea a veces un poco imposible caminar.
4º Parece que unos de los atractivos últimamente, en cualquier parte del mundo, es que allí se rodó alguna escena de Juego de Tronos… así que ¡para qué queremos más!
Tras pasar gran parte de la mañana allí, partimos hacía Geyser, esta es una zona espectacular. Aunque las hordas nos siguen acompañando, es una zona geotermal espectacular en la que pudimos ver salir un geyser al menos de 30 metros de altura, aunque el el famoso geyser al que se debe el nombre del lugar de dicho fenómeno estaba algo pocho y nadie le hacía caso.
De allí a la cascada de Gullfoss, una de las más espectaculares de Islandia por la cantidad de caudal que lleva, nos impresionan bastante y en el paseo para verlas de cerca nos encontramos con que el agua que expulsa en la caída hace una incesante lluvia que hace que sea imposible verla sin empaparse.
Una vez allí decidimos partir hacía Landmannalaugar, en la región de Fridland ad Fjallabak.
Tiramos por una pista con el 4×4. La pista algo complicada para conducir, pero Somo recién llegado de la sabana africana, en la que acababa de hacer un safari, me dice que eso es una carretera en toda regla, en fin ¡cómo se nota que él no es conductor!
Después de recorrer varios kilómetros de un desierto de lava y un par de paradas para alucinar con el paisaje, por fin llegamos a nuestro destino. Pero cuando apenas nos quedan unos metros nos encontramos con un río infranqueable. Al otro lado estaba nuestro camping, de tal manera que tras hacer una inspección ocular y ver el pedregal que llamaban camping decidimos quedarnos al otro lado del río y acampar en el parking y ahorrarnos el dinero de dicho camping.
Así limpiamos la zona plantamos las tiendas, enseño a Somo y a Ander a machihembrar y nos disponemos a cenar, estrenar el campingaz (como me hago unas palomitas totalmente fallidas ya que el fuego está demasiado fuerte y no se hacen sino que se queman), pero tomamos unas cervezas, descansamos sorteamos quien duerme en el coche (a mi me toca coche) y quien en tienda (Somo y Ander).
Dado el poco espacio que teníamos y mi inexperiencia en viajes cogí una maleta demasiado pequeña para llevar tiendas y sacos, así que nos faltaba una tienda y por otro lado en lugar de llevar el saco bueno que me había comprado para la ocasión, decido llevarme uno mucho más pequeño pero insuficiente para el frio de Islandia. A las 3:00 de la mañana tengo que echar mano de todo lo que tengo por ahí para no morir de frio.