Italia – Día 12 (Roma)

Hoy si madrugamos, queremos estar a primera hora visitando el Moises de Miguel Ángel situado en la Iglesia de San Pietro in Vicoli, las distancias son bastante relativas en Roma, así que para llegar al centro al menos invertimos unos 45 minutos y una vez allí, lo que parece que está al lado realmente quizás sean otros 30 minutos como mínimo caminando. Así que para estar a las 9:00 aproximadamente en la iglesia hemos tenido que salir a las 7:45 apox.

Llegamos a San Pietro in Vicoli, por fuera no parece gran cosa y no hay gente, lo que nos extraña. Entramos, solo hay otra pareja de españoles, nos quedamos contemplando el Moises un buen rato, perdemos un poco la noción del tiempo, además como estamos solos prácticamente no tenemos agobio, ni prisa por abandonar el lugar. Pasado un buen rato llegan varios turistas más, y aprovechamos para dar una vuelta por la iglesia.

De allí nos acercamos a la Cordonata Capitolina una pequeña plaza diseñada por Miguel Ángel, también. Vir aprovecha para explicarme un par de cosas que ha estudiado sobre ella en la carrera. De ahí nos acercamos a la Iglesia del Gesú una maravilla barroca de los jesuitas, con un fresco en la bóveda pintada por Baciccio, una verdadera maravilla.

Tengo un poco la sensación de que las iglesias de Roma, son como las cascadas de Islandia, al haber tantas no se valoran en su justa medida. Entrar en una iglesia como esta en España sería el top de una ciudad mediana o pequeña. Aquí es una iglesia mas.

De ahí seguimos caminando y llegamos hasta el barrio judío. No entiendo muy bien por qué lo llaman así, acostumbrado a las juderías de las ciudades española, esto es solo un par de casas con una estrella pintada y poco más. Eso sí al lado tenemos unas cuantas ruinas de época romana que si nos llaman la atención como el Teatro di Marcelo. También aprovechamos para acercarnos al rio TIber, atravesamos la isla Tiberina, ¡sin más!

Llevamos toda la mañana pateando… volvemos a comer y a descansar.

Nuestra última tarde en Roma, decidimos volver a seguir pateando la ciudad. Vamos a la Villa Borguese a dar un paseo, ver las vistas desde el mirador. Recuerdo que la primera que fui me encanto el Elefantino de Bernini que estaba en una plaza chiquitita, así que lo buscamos. Seguimos caminando, nos damos el placer del último helado italiano en Roma y decidimos volver caminando hasta el bus.

De camino nos encontramos con las Quattro Fontane, una esquina con cuatro fuentes cada una en un chaflán que dan nombre a la Iglesia que está a su lado de San Carlo alle Quattro Fontane de Borromini, uno de los mayores ejemplos prototípicos del barroco.

Felices del casual encuentro, volvemos dando un pequeño paseo, nuestra aventura está a punto de tocar fin, a la mañana siguiente hemos pillado un tren que nos lleva directamente al aeropuerto, nos toca madrugar un poco por variar. Llegar Termini, de allí tren y de allí avión a españita.

En general nos ha gustado mucho Italia, pero reconocemos que en top tenemos: Siena y Pompeya. De Roma aunque es una ciudad preciosa que hay que visitar al menos una vez en la vida, nos deja una impresión agridulce con las hordas, el gentío, las colas y quizás pensamos en volver a Florencia a pasar un fin de semana largo en invierno y visitar la catedral y los museos, (eso nos queda pendiente). Pero salgo un poco horrorizado de la turistificación de una ciudad como Roma o Florencia. Creo que tardaré un tiempo en hacer un viaje de estás características y el próximo será a algún lugar más de naturaleza y menos cultural.

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