La niña de pelo carbón llegó a nosotros como llega el viento y el sol. Venía con un rebaño de cabras mientras los niños jugaban. Ella sencillamente no podía.
Uno le quita su mascota. Ella solo agacha la cabeza y no dice nada, yo miro la escena fijamente, se da cuenta y se escabulle.
Las palmeras y la puesta de sol hacen que el paisaje sea único, esa con función perfecta que solo se da una vez en la vida
Cuando no nos damos cuenta ella nos mira, se acerca, nos toca desde la distancia, siempre y cuando las cabras se lo permitan y los chicos la ignoren, sino sería imposible.
Yo la sigo, ellos no me interesan, jugamos al escondite, no se deja atrapar, no puede. Al final yo lanzo una de mis miradas eternas, ya será mía para siempre, nunca se me escapará.
Finalmente se escapó, en una limpieza absurda, muchos años después, tiré las diapositivas del viaje, incluida esta!