Viaje a Islandia – Día 2 (Landmannalaugar)

Tras dormir mal, incómodo y con frío me levanto a las 7:00. Al ver que el resto duerme decido acercarme al río que hay al lado del camping con aguas termales, encontrarse en soledad, en un lugar alucinante y bañarte en agua caliente en el río se convierte en ¡un gran momento! Aprovecho para mandar un par de videos a la familia y dar señales de vida.

Tras un desayuno, y Ander haberlo dado todo el día anterior, Somo y yo nos disponemos a emprender uno de los trekking que teníamos pensados.

Empezamos bordeando el camping y el río y nos adentramos poco a poco en un pequeño valle y vamos comenzando una ligera ascensión. Seguimos hasta llegar a unas fumarolas, pero nada que ver con Geyser. Aunque no hubiera geisers, el lugar es recóndito, sin gente y hace que flipe bastante más que el día anterior.

Poco a poco continuamos una ascensión hasta el monte que tenemos en frente, el paisaje va empezando a ser cada vez más alucinante, por un lado un mar de lava y por otro unas montañas sin vegetación, pero llenas de un colorido indescriptible, amarillos, rojos, azules, etc. Desde luego sería el lugar ideal para rodar una película que transcurriera en Marte.

 La subidita aunque algo dura, la afrontamos sin dificultad. Desde arriba la vista es todavía más indescriptible, así que aprovechamos para hacer una parada, comer unos frutos secos y sentir cómo nos fluyen las energías por nuestros cuerpos, abrimos nuestros chacras, conectamos con el universo y pensamos en la insignificancia de la vida.

Visualizamos el camino de bajada y la emprendemos.

Según vamos bajando empezamos a encontrarnos con algunas personas, pero mientras ellos van con la lengua fuera empezando una subida que es algo exigente, nosotros estamos bajando alegres y joviales.

Llegamos al valle, quizás antiguo glaciar, y caminamos por una llanura realmente bonita, verde, acompañada de un rio que vamos bordeando hasta llegar al mar de lava. Allí empiezan a llegar otra vez hordas de gentes, ya que desde arriba vemos como van llegando varios buses desde Reikiavik.

Aun así, el sendero merece la pena aunque en Islandia les encanta poner cuerdas para acotar senderos y cartelitos de no pisar fuera de los senderos establecidos.

Quizás este fuera uno de los puntos más top del viaje.

Al llegar encontramos a Ander algo mamao, ya que se había dedicado a leer y tomar birras mientras nos esperaba. Decidimos comer, darnos un baño en las aguas termales y aunque recibí alguna crítica de mis compañeros por no cruzar el rio con el coche, al volver de darnos el baño nos encontramos un coche completamente atascado en medio del rio, sin que nadie les echara una mano, así que Somo y yo que vamos en bañador, decidimos meternos de lleno en el caudal y empujar el coche hasta hacerlo salir. Sin duda pensamos que van a querer hacer algún rollo swinger con nosotros, pero no parece que finalmente se pronuncien y todo queda en unas meras gracias, sin llegar a más.

Así que después de hacer la heroicidad del día, emprendemos de nuevo el camino hacia la N1 para al día siguiente tener otro gran día de experiencias. 

Pero el camino de ida no es el mismo que el  vuelta y de pronto nos encontramos con que hay que atravesar un río, así que activo el 4×4, pillo carrerilla y con una velocidad firme y constante consigo vadear el primer río. Animado por la experiencia en el segundo lo pillo con más confianza, pero de pronto nos encontramos con un tercero aún más caudaloso y ancho. Tras observar cómo lo pasa el coche que tengo delante, con ciertas dificultades, me animo a atravesarlo yo. Ya no tiene sentido dar marcha atrás y tampoco podemos quedarnos allí. Así que retrocedo un poco, vuelvo a pillar carrerilla y otra vez conseguimos atravesar el río, con gran júbilo y alegría por mi parte tras la hazaña lograda. Una vez superado el río decido comprobar si el coche está en condiciones o ha sufrido algún desperfecto y, efectivamente, como otros tantos coches que nos cruzamos por el camino, observo que hemos perdido la matrícula. Así que después de que Somo la buscará incesantemente, por un río con una corriente lo suficientemente endemoniada para que la matrícula estuviera ya en mitad del atlántico, decidimos continuar echando cuentas de cuánto nos cobraría la empresa de alquiler por dicha pérdida.

Por fin conseguimos salir a una carretera decente y pensamos un camping al que echarnos a dormir, así que tras pasar las cascadas de Urridafoss no muy interesantes pero que nos pillan de paso, llegamos a Eyrarbakki donde podemos acampar.

La zona de acampada son dos prados, con un edificio con baños que no parece que tenga mucho mantenimiento, aunque eso sí, esté todo bastante limpio. Un par de caravanas aparcadas al otro extremo de uno de los prados y nosotros.

Pronto aparece un tipo, nos dice que si tenemos dos tiendas, a lo que nos cobra unos 35€ por pasar allí la noche.

Yo me encuentro regular, aunque no me diera cuenta, me había quemado por la mañana durante la excursión y estaba notando una ligera insolación, nada que no se arreglase con una aspirina, un poco de cena y unos chupitos de orujo.

Esa noche duermo en la tienda y después de dos días agotadores consigo dormir algo y descansar.

Comments are closed