Italia – Día 6 (Siena )

Otro día para visitar otra gran ciudad. La rutina mañanera es parecida a la anterior hasta pillar el tren, el viaje es algo más largo y tenemos que hacer transbordo en Empoli, cuando llegamos vemos que muchos viajeros estamos haciendo el mismo recorrido. Da gusto con los trenes italianos, son de una puntualidad exquisita. Mientras esperamos el tren que nos lleva a Siena, son apenas 10 minutos entre un tren y otro, se nos acercan dos Carabinieri y nos piden los pasaportes, nos extraña, pero se los damos y nos dejan continuar con nuestro camino.

Por fin llegamos a Siena, se dice que la ciudad la fundaron los hijos de Remo (ese que junto con Rómulo fue amamantado por una loba y fundado Roma). Nos sorprende que nada más salir tenemos unas interminables escaleras mecánicas que suben y suben, después de un par de trayectos llegamos a lo que pensamos es el final, una especia de centro comercial, pero continuamos y hay más y más. El ascenso aunque descansado parece interminable, por fin salimos a la superficie y nos encontramos con un curioso cartel.

Nos lleva a pensar varias interpretaciones, como «cortini bolini si pisini» o quizás sea algo más parecido a «prohibido grabar a la gente meando, se corta el rollito» en fin nunca saldremos de dudas.

Siena es una ciudad medieval famosa por sus carreras de caballos, que se celebran dos veces al año: el 2 de julio se corre el Palio di Provenzano (en honor a la Virgen de Provenzano) y el 16 de agosto el Palio dell’Assunta (en honor de la Asunción de la Virgen), por en centro de las calles. Donde los distintos barrios o palios, corren para ser los vencedores. Cada contradas o distritos tiene su emblema y debe ser verdadera devoción lo que existe por pertenecer a un distrito u otro. Las calles están adornadas con el símbolo de cada distrito y en algunas esquinas se encuentran esculturas conmemorativas de dicho emblema. La verdad es bastante entretenido caminar por sus calles e ir buscando en qué distrito estas (son 17 distintos) y suelen están representados por animales como ocas o puercoespines; o descubrir la escultura o rincón homenaje que hay en cada lugar.

Los edificios de la ciudad son antiguos, todos medievales, altos y las calles estrechas y retorcidas. La ciudad tiene un encanto que hasta ahora no habíamos admirado en ninguna otra ciudad de la visitadas. Llegamos a la Piazza del Campo, probablemente el centro neurálgico de Siena, en forma de abanico, destaca el ayuntamiento con un altísimo campanille. La verdad es que es realmente bonito, nos quedamos un buen rato admirando la plaza.

Subimos por una estrecha escalera y nos dirigimos a la catedral, estilo gótico, adornada de mármol blanco y negro hace un juego ajedrezado que la convierte en una maravilla.

Damos vueltas por la ciudad, nos maravilla cada rincón. Salimos a un parque con un mirador, se ve casi toda la ciudad. Aprovechamos y nos sentamos a comer un rato. Descansamos y continuamos con nuestro paseo, vamos a la parte baja de la ciudad llegamos a una fuente-manantial que me parece un lugar maravilloso, ya que el frescor y tranquilidad que transmite el agua da un poco de alivio al calor.

Volvemos a subir, seguimos deambulando por la ciudad, aprovechamos un receso para volver a probar uno de los maravillosos helados italianos. Y decidimos ir volviendo con calma al tren. Nos dejamos llevar, vamos por la calle por la que habíamos venido, pero en algún momento nos desviamos. De pronto después de seguir caminado un buen rato, vemos que nos hemos desviado mogollón, estamos bastante lejos y tenemos que llegar al tren. Así que no nos queda más remedio que acelerar el paso y dejarnos guiar por Google hasta nuestro destino. Después del cansancio del pateo de todo el día, ahora nos toca acelerar el paso. Llegamos sin problemas. Tren de vuelta. Llegamos a Pisa, pillamos bus a casa y como otros día descansamos. Al día siguiente nos toca día tranquilito, pillamos tren a Roma.

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