Se nota que es fin de semana, duermo regular, el bullicio en la calle por la noche es constante. Por fin es hora de levantarnos y según recogemos todo el equipaje, decidimos ir andando a la estación para ver de qué manera vamos Nápoles Afragola.
Llegamos a la estación, tenemos tiempo de sobra, veo que justo a salido un tren a la estación de Afragola, pero lo hemos perdido, y al ser domingo ya no hay ninguno más. Tomamos un café y vamos a la estación de buses. No tenemos claro cual va para allá, así que preguntamos a un revisor de la línea de buses que en teoría van hacía allá. Nos cuesta hacernos entender, dice que no va ninguno, le enseño el google maps y le digo que hay una linea que nos indica que si. Nos acompaña a las taquillas, el taquillero dice que no hay ninguno. El revisor le insiste y finalmente nos vende unos billetes de bus que pone que salen hacía Afragola, cuatro euros cada billete. El taquillero no parece convencido, pero nos lo vende.
Vir y yo andamos mosqueados, preguntamos de dónde y cuándo sale ese bus, nos indican que es fuera de la estación, damos vueltas y más vueltas, volvemos a preguntar, no parece que salga ese bus de ninguna parte.
Empezamos a impacientarnos, damos más vueltas por la plaza Garibaldi de Nápoles buscando autobuses que nos lleven a Afragola, por fin encontramos uno. La conductora, verdaderamente amable, nos dice que si que va a Afragola. Vir y yo respiramos tranquilos. Cuando voy a pagar de nuevo los billetes (ya que esta era otra línea de buses), me aclara que va al Centro Comercial de Afragola. Antes de pagar miro bien en Google, pone que desde el Centro Comercial hasta la estación de tren hay una hora caminando. Así que no nos sirve, no nos daría ya tiempo con todo el rato que llevamos dando vueltas. Nos dice que hay otro que nos lleva a la estación, pero que sale de otro sitio, seguimos dando vueltas, el tiempo se nos echa encima y no damos con los buses. Finalmente ya desesperado, decido parar un taxi y que nos lleve de una vez, ya que con un bus vamos a llegar más que justos.
En eso momento desaparecen todos los taxis, nos impacientamos, por fin pillamos uno y le explicamos que queremos ir a Nápoles Afragola, nos aclara que va a salir del centro de la ciudad y que nos cobrará un extra, aceptamos. El taxímetro va subiendo, pasa un por un pequeño peaje. Finalmente llegamos a la estación con tiempo de sobra. La broma pasa de los 45€, el taxista decide redondear y nos lo deja todo al módico precio de 50€, ni discuto. Pago y nos bajamos.
La estación, muy bonita, muy moderna, pero es una estación fantasma. En mi mente recuerdo el aeropuerto de Albacete, que nunca tuvo aviones. Allí no hay nada, buscamos una cafetería. Vemos una típica de aeropuerto, pensamos mejor ir a otra, no hay. Retrocedemos, tomamos un café, desayunamos, compramos allí mismo algo de comida para el trayecto, ya que no llevamos nada, Vir unas pizzas margaritas y yo unas galletitas.
Bueno, una vez allí nos sentamos no hay nadie. Parece una estación digna para rodar una peli de terror. Por fin va a salir el tren y poco a poco van apareciendo algunas personas. Es la hora, vamos al tren con una puntualidad exquisita. Nos montamos, nos quedamos tranquilos. Cuando lleguemos a Pisa tendremos que ir a por un coche que hemos alquilado.
Llegamos Florencia, aprovechamos que tenemos media hora y vamos a una McDonalds que hay en propia estación, pillamos unas patatas y una coca-cola, como algo y esperamos para el siguiente tren a Pisa, la estación está abarrotada, intentamos hacer pis, imposible, todo lleno.
Pillamos tren a Pisa, sin problemas. Aprovechamos para pensar el sitios que vamos a ver, escuchamos un podcast que se llama El Guerrillero (muy interesante). Llegamos Pisa. ¡Genial!
Hablamos con la casera ya que hemos pillado un pequeño apartamento a las afueras de Pisa, calculamos vamos a por el coche que hemos reservado y luego 10min desde la agencia de alquiler hasta el apartamento.
Vamos caminando hacía el aeropuerto de Pisa donde está la agencia de coche, hace bastante calor, pero está menos de 30min caminando y llevamos mucho tiempo sentado, no nos importa dar un paseo.
Callejeamos y llegamos a la agencia, hay gente, no mucha, nos toca enseguida. El chico que nos atiende habla perfectamente español, ¡qué alivio! pienso. Le enseño la reserva, dice que todo está OK. Me empieza a explicar que tengo que pagar un seguro para el coche, unos 350€. Le aclaro que ya lo tengo pagado. Me explica que no vale, que ese seguro lo cobre todo. Le digo que si, en el propio papel del seguro pone la coletilla: «en la agencia nos querrán cobrar un seguro, no lo paguéis, este cubre todo».
Se lo enseño, el chico parece enfurecer, se pone bastante agresivo en su forma de hablar, me explica que si hay un solo arañazo en el coche me va a quitar 1500€ de la fianza que le tengo que dejar. Con paciencia le digo que vale que asumo el riesgo. No está nada convencido. Si o si le tengo que pagar el seguro. Finalmente le digo que no, que no lo voy a pagar, que ya estoy cubierto desde el seguro que he contratado yo y que no voy a pagar un euro más.
Mira los papeles y me dice que no puedo alquilar el coche, que lo tenía que haber recogido por la mañana y que ya es de tarde, que he perdido la reserva. Pero que me alquila uno y me mantiene el precio del alquiler si le pago el seguro, desesperado digo que vale. Vir me frena, vamos a pensarlo.
Miro el papel del coche, pone que efectivamente el coche lo guardan un par de horas, que si en dos horas no se recoge se pierde la reserva. Yo estoy dispuesto a alquilarlo por los 400€ que nos pide 50€ de alquiler y 350€ de seguro. Pero Vir dice que no merece la pena, que nos lo pensemos o que ya lo alquilamos otro día. Finalmente le hago caso.
Decidimos pillar un bus al apartamento. Pero para eso tenemos que volver a la estación. Volvemos, yo estoy enfadado, no me ha parecido nada justo. Además veníamos de la situación de por la mañana de ir a Afragola, así que era la segunda cosa que se acumulaba, yo había pagado una señal por el coche que también perdía. Me parecía todo un despropósito. Por fin llegamos a la estación cavilando en todo esto. Pillamos el bus y veo que según Google Maps estamos yendo en dirección contraria. Bajamos del bus y pillamos otro enfrente en la dirección correcta, otra metedura de pata.
Más de una hora más tarde de lo que le había dicho a la casera, llegamos al apartamento. Parece tranquilo y agradable. La casera encantadora. Pero antes de irse nos aclara, que está todo perfecto, todo pagado, pero que tenemos que pagar la Tax de turista. Yo me empiezo a encender, como que hay que pagar un impuesto de turista, donde pone eso, quién lo cobra, dónde están las tarifas, Virginia media, dice que vale. Lo miramos en internet y efectivamente hay que pagar dicho impuesto.
Después de un día de despropósitos y perder pasta: buses que no cogemos, taxi, coche alquiler, bus erróneo, ahora impuesto; no tengo ganas de nada. Nos quedamos en el apartamento descansando, cenando y tomando una cerveza (vamos previamente a un supermercado que tenemos justo a la vuelta de la esquina, compramos avituallamiento para varios días) y nos quedamos planteándonos que vamos a hacer los próximos días. Yo contaba con el coche para hacer varios recorridos por la Toscana. Decidimos ver precios de trenes, nos sale más económico que el coche de alquiler. Un día Pisa, un día Florencia y otro Siena.
Así que más tranquilo, con la cerveza en la terracita de la casa, descansamos, leemos, nos relajamos, cenamos, ponemos una lavadora con la ropa de los días anteriores, nos preparamos para el siguiente día y pillamos los billetes para los días posteriores.
No había resultado un buen día. Pero ya tocaba a su fin. Aventuras del viaje que dice Marcos.