Viaje a Islandia – Día 9 (Coche, coche y más coche)

Empezamos la mañana desayunando en la sala común. Nos planteamos que tenemos que avanzar ya que tendríamos que haber llegado a Blonduos que está a unos 150 km en línea recta, pero que nosotros pensábamos hacerla bordeando la península troll, lo que nos hubiera llevado aproximadamente de 3 a 4 horas de viaje.

Yo no estaba muy animado, ya que estaba algo cansado de hacer kilómetros y por otro lado cada día se me iba haciendo más complicado ya que notaba que el agotamiento estaba haciendo mella en mi conducción. 

Aun así nos planteamos pasar por allí y ver hasta dónde llegamos, al menos intentar llegar a dormir a Stykkisholmur. Después de que Somo se desayunara sus ya clásicos huevos, nos pusimos en marcha.

Llegamos a un pequeño pueblo pesquero, no recuerdo bien el nombre podría ser Hauganes o tal vez Davik, yo creo que fue este último, Somo y yo bajamos y damos un pequeño paseo, es un pueblo pesquero que tampoco tiene  mucho que ver, nos acercamos al puerto, vemos barcos. A Ander se le empieza a notar también el agotamiento y ni se baja del coche. Al lado del parking hay un pequeño supermercado, así que compramos unas bebidas energéticas para todos y animar a Ander.

Pueblo en los fiordos del norte

Continuamos viaje y Somo comenta lo mal que se encuentra, quizás hayan sido los huevos del desayuno, vamos rodeando la península y se vemos la oportunidad de atravesar un túnel o bien seguir bordeando, como estoy cansando pienso en el túnel. El túnel es de una única dirección, así que si viene un coche de frente hay unos pequeñas zonas a cada kilómetro aproximadamente en la que nos podemos apartar,así que los dichosos túneles parecen más bien una especie de juego del gallina de “Rebelde sin causa” en el que los coches van hacia el acantilado a toda velocidad y el el primero que se baje del coche pierde. Vas tirando, viendo un coche de frente y cuando crees que estás lo suficientemente cerca te apartas. Tras pasar un túnel de estás características, Somo parece que se le va cambiando la cara y el ánimo.

Vamos a por el segundo, se queda pálido. Será claustrofóbico, pienso. Cada vez se le ve más agobiado y más pálido según vamos circulando por el dichoso túnel. Por fin salimos, y parece que respira un poco, pero de pronto me dice que va a potar y que pare. Encuentro un sitio en lo alto de un acantilado, paro. Vomita, nosotros miramos el paisaje y le dejamos que descanse y se reponga, llega a la conclusión de que fue la hamburguesa de bacalao del día anterior en el hostel lo que le ha sentado mal.

Continuamos el viaje, Somo algo más repuesto, toma algo de coca-cola para que le asiente el estómago.

Seguimos bordeando la península y llegamos a Hófsost, donde hay unas piscinas municipales, con aguas termales. Decidimos parar allí y darnos un baño, no hemos podido aprovechar las aguas termales del país desde el primer día.

Hófsost

Las piscinas son bastante espectaculares, no por la piscina en sí, que es una piscina normal y corriente, como las que hay en España, sino porque están en lo alto de un acantilado y las vistas son impresionantes y porque en lugar de la típica piscina de niños pequeños, aquí es al revés, hay una pequeña piscina con el agua calentita y un asiento alrededor, donde los adultos están sentando charlando entre ellos. Pensamos que es todo muy swinger.

Pasamos allí un buen rato, pero Somo se empieza a encontrar de nuevo mal. Así que salimos y nos preparamos, vuelve a portar. Decido comer algo, mientras él se repone, le digo que voy a avanzar y tirar kilómetros, y que él aproveche para dormir en el viaje.

Tiro millas, pero me empieza a dar sueño así que paramos en Sauðárkrókur, Somo vuelve a potar. Aunque parezca increíble, le veo desfallecer, todo superhéroe tiene su kriptonita.

Tenemos el coche un desastre, así que no encontramos agua, ni papel higiénico, ni nada… bajamos en un super y compramos un poco de todo y alguna bebida energética más. Vuelvo a tirar millas. Me voy racionando el «monster» ya me se me van cerrando los ojos, empieza a haber mogollón de tráfico, se nota que es viernes y que nos vamos acercando a Reikiavik. 

Tras repostar gasolina, y seguir haciendo kilómetros, yo me despisto y me paso el desvío. Por fin paramos en Borgames, para dar un paseo y descansar del coche, Somo ha dormido casi todo el viaje y se le ve más animado. El Borgames damos un paseo, hace malo, está lloviendo. Vamos a un muelle, allí solo hay un hombre sospechoso metido en el coche, quizás este allí esperando para hacer cruising. Elucubramos las posbilidades de cada uno y barajamos la posibilidad de que Ander por fin tenga algo de sexo en el viaje, pero no parece ser del atractivo de ninguno de los tres.

Ander no ha comido y tiene hambre, así que vamos a un bar a comer algo… Somo, como es lógico no tiene hambre y yo no tengo nada de comer, así que tomo una cerveza y Ander prueba el cordero, uno de platos típicos de allí.

Tenemos que retroceder un poco, decidimos ir a un camping en el sur de la península de Snæfellsnes, cerca de Staðarstaður. Por fin llegamos, pero el camping está cerrado. Pensamos en dormir allí mismo, aunque esté cerrado, Somo y yo votamos por dormir en cualquier parte, yo estoy agotado de conducir, pero Ander se niega, no quiere arriesgarse a una multa (o quizás este pensando en el hombre del coche). Yo no puedo más, no hay campings cerca, el más cercano está a más de una hora de coche, tras un bien rato discutiendo las posibilidades, finalmente cedo y tiramos al siguiente camping.

Vamos por la carretera, llevamos media hora de camino y veo una señal de camping, a la derecha, así que paro. Hay uno. No tiene nada, una caseta con un fregadero y un baño. Está lloviendo sin parar. Ponemos tiendas, tomo una cerveza, ceno algo y nos vamos a dormir directamente.

Playa en la península de Snæfellsnes… paraíso ornitológico.

Mañana nos toca visitar la península de Snæfellsnes.

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