La tierra es hermosa, es el único amor nunca se olvida.
Laura es una joven que estudia en el extranjero, en París. Su madre gestiona una gran finca con mano dura, sobre todo para defender sus intereses de los Mendoza, la familia vecina, ambas fincas están separadas por unas estacas en el centro del río, quiere que su hija, ya mujer aprenda a gestionar la finca como hace ella.
Laura pronto conoce a Enrique el hijo de los Alzaga, con el que se cruzaba en misa cuando era pequeña, pero ahora es un joven apuesto del que pronto se enamora. Pero ambas familias están enfrentadas y ese amor será imposible.
Los jóvenes se prometen amor eterno y los encuentros son frecuentes. Pero la ley de los ambos terratenientes dice que todo ser vivo que cruce a las tierras del otro debe morir.
Para que ambos puedan casarse la madre de Laura exige que se quiten las estacas, pero el padre de este se niega… El orgullo de ambos sólo puede conducir a una tragedia.
Laura se cruza con unos gañanes que van a sacrificar una vaca del otro lado y obliga a devolverla a sus tierras en lugar de matarla, pero cuando vuelve a casa se encuentra con un extraño trofeo, la cabeza de la vaca cortada.
La hija le promete a su madre (teresa) que solo cuando los Alzaga quiten las estacas del río y le pida su mano (como ya le pidió su madre a Don Enrique y que por orgullo de unos y otros nunca se cumplió). Ella se queda esperando, pero un día tiene que vigilar el nacimiento de un potro… y allí vuelve a ver a Enrique, este le promete que ese mismo día su padre quitará las estacas y pedirá su mano.
Enrique va a ver a su padre… y mientras está hablando con él, se presenta Laura. Don Enrique decide ir a hablar con la madre de Laura. Ambos se quisieron en su juventud, pero la lucha por las tierras les impidió cumplir su amor.
Por fin se quitan las estacas y las familias se unen. Pero la sequía que hace años se vuelve a producir el los pastos de monte arriba están secos. Don Enrique ordena a sus pastores volver monte arriba para que la sequía no vuelva a separarlos. Adelantan la boda al alba, pero los vaqueros no hacen caso y bajan al río y los hombres de ambas fincas vuelven a enfrentarse por el agua del río, que siempre les separará.
Enrique y Laura se encuentran en el puente donde hay dos estacas cruzadas que marcan la linde, ambos van escoltados por los gañanes de ambas fincas que no ceden y están dispuestos a matar a uno u otro si cruza. Así que ella quizás por orgullo, pero más posiblemente por amor le impide a Enrique que siga avanzando. Ella desolada vuelve a casa y se dispone a buscar agua en las tierras altas de Monte Oscuro, allá dónde se encuentren.
La travesía se antoja en tramos imposibles, y pronto los trabajadores se arrepienten de haber seguido al ama. Pierden la esperanza y muchos de ellos deciden volver. Ramón el capataz dice que si al alba no ha vuelto habiendo encontrado el agua, que pueden todos volver, los pastores empiezan a volver cuando por fin aparece Ramón avisando que el agua ya está cerca, pero cuando están llegando a la cumbre Ramón le confiesa que por la noche no fue a buscar el agua, que se quedó cerca del campamento, que los hombres necesitaban esperanza y que eso fue lo que les dió.
Efectivamente al llegar a la cumbre aparece un hermoso lago que dará agua a todas las bestias.
Esa faena podemos hacerla cualquiera de nosotros.
Todos están haciendo algo y yo no voy a ser menos.
La madre de Teresa está enferma y alguien tiene que subir a buscarla para informarla de la desdicha, solo un buen caballo y un “hombre” pueden subir a buscarla. Así que Enrique coje el caballo de su padre y hace en una sola jornada lo que se tardaría en hacer en tres. Agotado Enrique se acuesta y Teresa aprovecha para bajar al pueblo a ver a su madre, cuando llega la casa está vacía y nadie contesta
Con la primavera vuelven las lluvias y la prosperidad a las tierras. Teresa trabaja duro en la finca mientras la gente está en la cumbre y con el agua vuelvan a encontrarse los enamorados entre ambos quitan las estacas que hay en el puente y se funden en un apasionado beso. El agua fluye a borbotones como una alegoría de su amor.
Rodada en Picos de Europa en paisaje y los paisanos son un personaje más en la película en la que las montañas y las labores del campo tienen un protagonismo especial, como en otras películas de Mur Oti
Con reminiscencias a Lo que el viento se llevó… como la escena de antes de la boda, esperando para casarse o cuando ella está sola y se queda recogiendo los pocos frutos que da la tierra con sus manos.